En el espejo tranquilo de la
laguna surge de repente una cabeza triangular seguida de un largo
cuello; del cuerpo sólo se ve el dorso grisáceo, a ras de agua, el
tiempo suficiente para reconocer al Somormujo Lavanco con sus orejas
leonadas, pues inmediatamente el ave bascula de nuevo en el agua. Es un
maravilloso buceador.
Pero fuera del agua, este somormujo, al igual que los
colimbos, es pesado y poco diestro. Para echar a volar tiene antes que
correr sobre el agua a fin de adquirir velocidad progresivamente. En
tierra casi se arrastra miserablemente y su figura, con las patas que
prolongan su largo cuerpo plano, es sumamente curiosa. En realidad
apenas puede subir arrastrándose a su nido, especie de plataforma que
construye en el agua.El Somormujo Lavanco ha sido víctima del hombre que
lo perseguía por su bello plumaje y para proteger los alevines de las
piscifactorías; pero las modas pasan y actualmente este somormujo, menos
buscado, es bastante común. A esto último ha contribuido además la
proliferación de los embalses, que le han brindado nuevas zonas muy
resguardadas en las que descansar.
Canon 7D + Canon 100-400mm, 400mm, F8, 1/1000, ISO 250 |